Recostado en la cama, jugando con los dedos, como si estuviese tocando un instrumento, paró abruptamente y empezó a hablar de sus dilemas, de cuando era pequeño, del daño que había hecho y las veces que otros le habían hecho daño, de lo que creía que era injusto y de lo que la gente definitivamente exageraba... ese día o esos días, que lo percibí en toda su esencia, fueron los que me atraparon. Definitivamente nadé en su interior, vi su alma reflejada en las anécdotas y en la manera como había asumido su presencia en el mundo.
Es posible que me haya hecho una imagen irreal, porque me enorgullecí de él, y ahí, en ese instante de admiración me enamoré, esa independencia con la que amaba la vida me había dejado más que sin palabras, porque yo siempre tengo palabras, sin continuidad ¿ a dónde iremos? ¿querrá ir conmigo? No por apego, por emoción de algo nuevo.
El éxtasis está en que la persona que eliges y te elige quiera involucrarte en su viaje o cambiar la ruta por ti, tener la convicción de ser capaz con la maleta de ella y con la de uno, porque aunque soy del parecer que uno solo puede con el peso propio, muchas veces le toca tirarse un poco del otro, para hacerle más liviano el camino.
Él lo hizo conmigo y no porque considerara que tuviese más o menos fuerza que yo, lo hizo porque las piernas no me daban más en ese instante y la respiración se me estaba yendo, cogió ese maletín pesado y me dijo ¡voy mamado! pero necesito que resistas. De eso se trata, de recostarnos en el otro para alcanzar metas, propias o conjuntas, eso sí, sin malinterpretar el recostar.
Y claramente no lo idealicé en medio de tanta sinceridad sabía que detrás de todo eso había alguien serio, racional, terco en sus decisiones, todo eso lo tenía claro, así como las veces que no se entendía ni él mismo. Mirar esos momentos, es retroceder a la pureza de los sentimientos, en ese espacio en el que no exigimos, ni pedimos, solo agradecemos el hecho de que el otro este.
Hay un cambio en las relaciones que aterra, pues desde ese instante es que toma un rumbo de compromiso dañino. Alguna vez alguien me dijo, la clave está en entender que no somos, ni seremos, ni estamos hechas para ser las mamás de nuestras parejas, porque cuando cuidamos con requisitos, los horarios son reglas, exigimos respeto, no pedimos favores sino que los damos por hecho, nos molestamos porque alguien no escribió o no llamó, estamos dándole a entender al otro que es de nuestra propiedad y lo resumimos a nosotros, a lo que queremos, a las inseguridades propias, a los deseos, a objetivarlo, privándole la libertad, esa que nos arrastró a ellos.
Las discusiones no están construidas de razones suficientes, están hechas de dolores y controles. Tener la consciencia para pararlo en el momento adecuado es lo más complicado, el reclamo esta primero, las justificaciones, los límites y las inconformidades ¿cómo no decirlas? Si quienes callan son sumisas…. De pronto no, esa gente a veces escucha mucho, reflexiona bastante y encuentra en esos silencios respuestas.
En medio de una conversación con él le dije ¿estoy siendo controladora o insoportable? Házmelo saber, porque así nos duela y no lo tomemos personal, si es un pare que debemos hacer, tanto hombres como mujeres.
Dejar ser no es un favor, es un deber que como pareja le debemos al otro y el otro a nosotros. Ver como funcionan los demás, es el reflejo de lo que he sido yo y han sido muchos, pero la lucha interna, mía, es poder mirar al otro, como quisiera que me mirara a mí, con plena e infinita paciencia, porque soy perfecta en mi imperfección .
Enamorarse una o mil veces, depende solamente de la capacidad de ver en el otro su esplendor, rodeado de los que quiere y no quiere, de su pasado y su presente, de esa expresión que nos derrite y esa palabra irónica que nos choca.
Al finalizar la tarde, después de un buen rato, sin haber tocado ni siquiera el tema de nosotros, solo dije: ámame en los momentos que menos lo merezca porque será cuando más lo necesite. No importa si es con rabia, pero ámame siempre en tu libertad, ámame hasta para dejarme si algún día te cojo con fuerza.
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