Categoría: poesía
España, marzo 2023
Me pregunto: si la hoja sabe lo que escribo,
si entiende lo que subrayo,
si mis dedos se conectan con lo que emociona,
si es claro por qué resalto, hago corazón, comento...
Como si a partir de la frase pudiera entablar una conversación.
Escribo duro a veces, otras, casi siempre rápido y pegado.
Quién puede leer la escritura a mano,
sabría que en ella hay flexibilidad, movimiento,
también poco entendimiento. (Muchos dicen que no entienden mi letra).
Recuerdo que quería imitar la de alguien cuando era niña,
después me dejé llevar en ella,
siendo más libre, dejando que saliera
y sorpresivamente terminó pareciéndose a la de mi mamá.
Deletreo y memorizo palabras,
escribo todo para retenerlo todo
en mi perfeccionismo constante.
Aunque tengo memoria visual,
mi fortaleza de memoria es la tipográfica.
Me he descubierto miles de veces leyendo letreros en la calle,
posiblemente dejando de ver su contexto,
pero me quedo ahí diciéndolo duro,
tratando de degustar, de sonar, de escuchar.
Las letras son adicciones,
son luz y sombra,
son lo mejor de mí y lo peor de mí.
Sueño con ellas, con lograrlo todo con ellas,
con tocar almas con ellas,
me obsesiono con ellas,
pasan, pasan, pasan: son esto.
El resultado de las letras,
lo que empieza y termina de ellas,
las historias con hilo y sin trama,
también soy pausa, silencio,
puntos suspensivos, punto final.
Una Andrea Más obsesiones
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