Poema de amistad: niñas
- Una Andrea Más

- 29 sept
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 9 oct
Madrid y Galicia del 2025
Otoño.
Niñas jugando con otras niñas
cuidando a otras niñas
sosteniendo algo invisible
que le queda pequeño a los tobillos y a la palabra vínculo.
No te absorben e igual te priorizan
te empujan con una mirada crítica
te buscan y te encuentran
no te temen, te mantienen
aparcan la incertidumbre
no polarizan
no se victimizan
son tu ser de visita en otro ser
Ni ajenas, ni migrantes, ni pasajeras.
Me aferro a las amigas altamente bondadosas
expansivas, ciegas y sin escrúpulos porque.
Que la poesía sea vuestro lenguaje
y el cuerpo os enraice para crear desde la tierra,
pero siempre mirando hacia arriba,
allá donde se gestan los sueños, donde habita el espíritu.
Y baila y baila y baila con su brillo turquesa,
que la música retumbe en vuestras sonrisas
y se acompase a la percusión de vuestros corazones.
Cuando eso suceda, ama a esa estrella con mucho presente y gratitud,
sabiendo que cada momento es valioso,
ámala tan bien que mañana puedas dejarla ir,
comprende que el desapego mantiene su brillo intacto, incluso lo hace crecer,
con ese valor añadido de certeza y confianza.
El amor a las amigas, no el idealizado
sino el trazado y soportado
el espejo que te muestra a la otra siendo ella
con sus increíbles rascacielos y precariedades.
Quiero a mis amigas y conozco sus bondades:
como los astrónomos a las estrellas
como los marinos al mar y cómo los agrónomos a la tierra.
Como me enseñó mi madre a amarlas,
como a la familia entrañable y al hogar inmóvil.
Tan emocionante ese flechazo repentino
y esa admiración necesaria del sano querer.
Si encuentras a otra estrella que brilla,
ten por seguro que reconocerás su vibración a miles de kilómetros.
Aciertos y desaciertos tirados a sus espaldas
no hay juicio, ni pena, ni verguenza.
Nos viven, nos disfrutan, nos celebran
y como un cuenco vacío
soportan nuestras aguas y
las sonrisas que asomamos
por cientos de nubes claras y esponjosas.
Naturalizamos salir a la vida
y encontrar a una desconocida en un paradero
lejana, única e imperfecta como nosotras.
Abrir con ellas una ventana
sin saber cuando juntas o solas vamos cerrar una puerta.
Ella se monta en el avión del drama y hace de azafata
corre si algo te duele como si le doliera a ella
quitando mientras - bailamos - el sudor que nos mata.
Ser como niñas. Niñas,
encontrar nuestros “amarillos”. “Amarillos”.
Esos vínculos entre el amor y la amistad, únicos y reales. Únicos y reales, únicos y reales, únicos y reales.
que se gestan despacio y tejen sus raíces con calma. Calma, calma, calma.
Entramado de conexiones que no se ven, pero se sienten profundo.
Atte: Patricia Fernández y Una Andrea Más


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