Categoría: Poesía
España, febrero 2019
Irnos nos hace libres, fuertes y a la vez flexibles,
y es que hacerlo nos obliga a movernos, a mutar en todo el sentido,
porque cuando vamos con las maletas a un lugar estamos poniéndole
esperanza a la vida, ya que en ese instante te topas con lo que hay,
y las expectativas desaparecen, entonces solo gozas del presente,
de lo que el mundo te ha entregado, y contemplas el sol,
pues no en todos los lugares se pone del mismo color.
Viajar nos lleva a estar con nosotros intensamente, a escucharnos y debatirnos,
a percibir silencios y a darnos genuinamente a los que no conocemos.
Nos vendamos los ojos y abrazamos sin importar nada,
comemos en la calle, con lo que haya en los bolsillos,
porque la vida es esta, es irnos para adentro y para afuera.
Entonces sueñas, saboreas y aprecias,
porque mañana nadie sabe qué pasará.
Y es que viajar es eso, es dormir cómodo con lo que hay,
y dormir incómodo sin saber qué pasará.
Viajar nos hace vulnerables, algo que es maravilloso, y eso nos impulsa
no a caminar por lo que deseamos, sino a correr por eso,
y es que esa es la clave, encontrar esos minutos en los que
somos tan nosotras que honramos nuestra existencia en un nuevo lugar.
Para eso sirve viajar sola (con una misma).
Una Andrea Más
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