Categoría: relato
Colombia, diciembre 2022
Este año fue como un temblor, con movimiento físico, intentando dejar todo adentro en orden y cogiéndome de las paredes.
Inspirador para una nueva construcción.
Un año que me mostró que tenía una base firme por más de que las circunstancias fueran unas veces buenas, otras veces desconocidas, otras retadoras.
Me enseñó a silenciarme más y a remover pendientes internos.
Me enseñó a ir derribando expectativas en todos los sentidos y a disfrutarme lo que trae la vida.
Me enseñó a dejar de querer salvarlo todo u a otros para salvarme a mí.
Me enseñó que siempre se pueden hacer las cosas diferentes por más programados que estemos.
Que ser una no puede ser una lucha, que es y será el mayor orgullo.
Me enseñó mucho del amor de familia, de responsabilizarse cada uno por sí mismo para sanar colectivamente.
Me enseñó del amor en pareja, del regalo de recibir a alguien y que ese alguien lo reciba a uno. Del milagro de coincidir en el amor y comprometerse con él.
Me enseña todavía a dejar de verme sola y a verme con otro al lado que me apoya sin condiciones, porque sola puedo, pero acompañada puedo más.
Me enseñó mucho de la amistad, que las amigas cambian, se transforman y casi siempre cuando hay honestidad, siguen siendo un lugar seguro, familia.
Me enseñó de mi, cuanto, infinito, cosas que todavía no logro definir en palabras, pero que transité sin juzgar, solo sintiendo, cada día entendido que estar bien no es solo estar feliz, es poder regresar a casa y descansar, eso ya es un gran logro y eso es estar bien.
Me enseñó que las cosas no suceden como queremos siempre, que la vida tiene sus planes para uno, y que los mejores momentos no estuvieron ni siquiera en nuestros sueños.
Me enseñó mucho del mundo, de nuestro trato con los demás, de la importancia de estar abierto humanamente al otro.
Me enseñó de Dios, de su amor y generosidad sin límites. De los ángeles que pone en nuestro camino, de las señales que nos manda, de lo que sucede y no sucede, que siempre tiene una razón, así no lo entendamos y suene a cliché.
Al 2023 le prometo que en vez de ser un año menos, será uno más, de amor, presencia y energía creativa. Solo poder vivirte será un placer.
Cómo lo aprendí en estos primeros días del año: que pueda pensar menos la vida y vivirla más.
¡Gracias por traerme hasta aquí y por la felicidad que traerás en mí!
Una Andrea Más Carta al 2022
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